¿Qué entendemos por cultura científica?

resultados de un pequeño estudio bibliográfico

En ayuno de cualquier tipo de formación sólida sobre epistemología, filosofía y sociología de la ciencia, me aproximo al concepto de “cultura científica”, mediante una sencilla búsqueda en Google, tratando de identificar las distintas definiciones. En cada una de las tres referencias más relevantes que he encontrado, una en el campo de los estudios sociales de la ciencia, otra de estudios sociales en salud, y la tercera de educación, a través de un panorama histórico se dan distintas definiciones de “cultura científica”. Es más, aun prescindiendo de la evolución histórica del concepto, los autores de los trabajos analizados marcan claramente la existencia actual de distintas vertientes de “cultura científica”.

Así, según Vaccarezza [1] la cultura científica es:

“[…] la cultura de los científicos, esto es, el complejo cognitivo, valorativo, normativo e institucional de quienes se dedican a la actividad científica –entendida funda­mentalmente como investigación– y que como tal constituyen una profesión de expertos.”,

Pero también, más adelante la define según otra perspectiva:

“La cultura científica, como dimensión de la sociedad, puede también ser entendida en los mismos términos societales más que sectoriales y referirse, por lo tanto, al con­junto de miembros de la sociedad en su manera de aprehender, comprender, apropiarse e interpretar las actividades y producción de la ciencia. Un significa­do que remite a esta visión societal es el acuñado por la ya larga tradición de la scientific literacy y de la public understanding of science.”,

de manera que:

“Podríamos sostener analíticamente una cultura científica difundida, como reflejo en la escala de la sociedad de una cultura científica producida, pro­pia del grupo social de los científicos.”

A partir de ese punto, el autor describe el concepto de public understanding of science, con sus fallos, en particular debido al transmitir una ciencia estática y asimétrica, i.e. en forma de conocimientos absolutos mnemónicos, desde los productores de ciencia hacía el público, entonces

“[…] el uso de la ciencia y del conoci­miento científico por parte de la sociedad (del público), […] en términos de utilización social del conocimiento científico, supone una interrelación entre este y otros modos de conocimiento (basados en la experiencia, enmarcados en creencias de distinto tipo, referidos a la instancia local) socialmente distribuido. De esta manera, un recuento de recordación por parte de los individuos de determinadas “verdades” científicas no garantizan en ninguna medida el uso cotidiano y “ciu­dadano” de la ciencia.”

En Gutiérrez Rojas et al. [2], similarmente a [1], se habla primeramente de cultura científica desde la sociedad no experta

“[…] la parte de la cultura de un individuo o de un colectivo relativa al conocimiento y actividades de científicos […]”

“En Cuba Agustín Lage aproxima los conceptos cultura general y ciencia, relacionando el desarrollo científico con el contexto cultural y los define como formas del conocimiento, vinculando ciencia y cultura con el método científico como componente de la cultura general y definiéndolo como una adquisición de esta última, abogando por la necesidad de ampliar su alcance a toda la sociedad. Ese mismo autor insiste en la necesidad de que el pensamiento y el método científico se consideren parte de la cultura general, lo que permite un acercamiento al hecho de que la ciencia como parte indisoluble de la cultura es necesario percibirla en individuos y la sociedad toda como conocimientos integrados, necesarios para comprender y actuar en la vida.”

En otros párrafos se habla de cultura científica con un matiz más sociológico o antropológico:

“Clark, Presidente de la Academia de Ciencias de Cuba, en una defensa de la percepción de la ciencia como parte de la cultura, se refiere a esta última como los saberes, creencias y reglas de conducta de los grupos sociales, incluidos los medios materiales o tecnologías que son usados para comunicarse y dar solución a sus necesidades.”

Finalmente, en un sentido más pragmático, la cultura científica se puede identificar con las actividades de promoción de la ciencia y de medición de su impacto:

“Las diferentes escuelas vinculadas a la cultura científica como categoría esencial en la práctica humana estudian lo que han dado en denominar “cultura científica y tecnológica” a nivel social, lo que se entiende, en general, como un conjunto de estudios orientados a la medición de las percepciones, representaciones y conocimientos que los ciudadanos poseen sobre ciencia y tecnología.”

“Otros autores declaran su percepción del concepto cultura científica definiendo dimensiones en lo individual y social, así como las diferencias de su tratamiento en cada país, designándolo como “S&C culture” ampliamente asociado con la promoción y la difusión de actividades dirigidas al público en general.”

A través de un análisis más teórico y sistemático Javier Gómez Ferri [3], a partir de una clasificación en tres sentidos básicos de «cultura» (humanístico, antropológico y sociológico), identifica tres modelos de cultura científica: un modelo canónico, un modelo descriptivo y un modelo contextual, con diferentes alcances e implicaciones educativas, políticas y sociales.

El modelo canónico hace hincapié sobre el significado humanístico de «cultura» relacionado con el ideal de perfeccionamiento del ser humano, lo cual es expresión de los gustos y preferencias de la clase o las clases dominantes, y opera sobre unos mecanismos y principios de inclusión-exclusión entre los que saben y los que no saben. Con sus mismas palabras:

“Es un marcador de estatus de unos grupos sociales sobre otros, lo cual refleja lo que ocurre en la sociedad respecto a la posesión del conocimiento científico; una realidad social que pone muy caro el noble ideal de extender la cultura científica entre toda la ciudadanía”

“[…] lo que se prima en valorar es, junto a la sensibilidad y el aprecio por la ciencia y el método científico, un tipo de conocimiento erudito en cuanto posesión de una serie de conocimientos científicos descontextualizados y, a veces, anecdóticos y fosilizados. En suma, una selección parcial de conocimientos que responde a una imagen de la ciencia estereotipada, reificada e idealizada, bastante alejada de la práctica real y del contexto en que se realiza […]. A diferencia de lo que ocurre en otras actividades culturales, no están aceptados ni el disenso ni la crítica de la ortodoxia.”

En el modelo descriptivo de cultura científica, la cultura se considera en su sentido antropológico. La cultura es entonces horizontal, universal y omnicomprensiva, y lo culto no se opone a lo inculto sino a lo natural. En este esquema:

“La ciencia sería una clase de institución social, así como el conjunto de creencias sobre cómo es el mundo generado por dicha institución; creencias que serían fruto de un tipo de prácticas basadas en la aplicación de un procedimiento o método específico, el científico.”

Este punto de vista conlleva consecuencias totalmente divergentes con respecto al modelo canónico e interesantes:

“[…] tenemos que considerar que cada grupo humano tiene su propio sistema de saber experto. En Occidente lo hemos denominado ciencia. Pero cada sociedad tendría el suyo.”

“[…] la valoración que en Occidente se hace de la ciencia se puede considerar como una manifestación de etnocentrismo. La ciencia occidental no sería la ciencia propiamente dicha, sino una expresión particular de un sistema cultural de conocimiento experto de un grupo humano. Creer que la ciencia es universal sería, desde este punto de vista, una actitud etnocéntrica;”

“Si vamos más allá, incluso podríamos segmentar esa cultura de los científicos e identificar en ella subculturas, según las diferentes disciplinas (cultura de los físicos, los astrónomos, los químicos, los biólogos, los economistas, los psicólogos…). O incluso, por qué no, identificando particularidades culturales según regiones geográficas o países o laboratorios o centros de investigación concretos.”

En el último modelo, el modelo contextual de cultura científica, la cultura se considera desde una perspectiva social, como estructura de producción y transmisión de formas simbólicas. Para el modelo conextual:

“[…] la actividad científica forma parte de un largo proceso de racionalización que en la modernidad se constituye como una de las instituciones centrales de la vida social, encargada, por un lado, de ampliar la imagen del mundo y, por otro, de entender y producir artefactos para controlarlo. […] Más tarde, y debido a la extensión de la influencia de lo científico y lo técnico en prácticamente todas las facetas de la vida social, se plantea y exige la necesidad de repartir ese tipo de conocimiento entre toda la ciudadanía.”,

y en conclusión:

“Desde esta perspectiva la cultura científica es un conjunto institucional de prácticas que dan lugar a un conjunto de formas simbólicas, saberes que, en cuanto recurso (capital cultural), ya no son tenidas por algo dado, sino que son el resultado de relaciones de poder entre grupos y entre sistemas en el seno de la sociedad. Saberes que, si no es el caso de que estén entremezclados, además tienen consecuencias sociales, éticas, políticas y medioambientales”

[1] Leonardo Silvio Vaccarezza, “Estudios de cultura científica en América Latina”. Redes, vol. 15, nº 30, buenos aires, diciembre de 2009, pp . 75-103

https://www.redalyc.org/pdf/907/90721335004.pdf

[2] Iván R. Gutiérrez Rojas, Hipólito Peralta Benítez, Homero C. Fuentes González, “Cultura científica y cultura científico investigativa”. Humanidades Médicas 2018;18(1):8-19

https://humanidadesmedicas.sld.cu/index.php/hm/article/view/1179

[3] Javier Gómez Ferri, “Cultura: sus significados y diferentes modelos de cultura científica y técnica. Revista Ibero Americana de Educación, número 58, Enero-Abril 2012

https://rieoei.org/historico/documentos/rie58a01.htm#_edn1

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