Según el trabajo de María Laura Lázaro Olaizola: «Cultura científica y participación ciudadana en política socio-ambiental» (2009), Tesis Doctoral, Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea.
En este trabajo la autora caracteriza por lo menos cuatro modelos de cultura científica. Teniendo como referencia un apartado clave del capítulo de conclusiones “¿Cultura científica, de que ciencia?” puedo destacar para cada definición de ciencia un modelo de cultura científica:
1) Considerando una ciencia según la visión clásica, que remonta a la ilustración del siglo XVIII y al positivismo lógico, como un saber objetivo, verificable y neutral, la cultura científica se centra en la comprensión de sus contenidos y métodos. La ciencia se desarrolla de manera independiente de la sociedad, y esta recibe sus beneficios, y entonces también algunos de sus contenidos culturales de forma unidireccional. La cultura científica es aquí alfabetización científica pura y dura, y se desempeña a través de la transmisión unidireccional y jerárquica, de los que saben a los ignorantes, de conceptos, hechos y saberes científicos.
2) Se puede de otra manera definir la ciencia con un enfoque antropológico, como “aquello que hacen los científicos”, y entonces desplazar el énfasis desde los objetos de la ciencia hacía los expertos. Con esta definición se destaca la importancia de conocer los productos de ese conjunto de expertos, y estar en contacto directo con los especialistas, i.e. que sean ellos quienes difundan sus conocimientos y que el público aprenda del trabajo diario y de las complejas dinámicas internas de la comunidad científica. En este marco la cultura científica debería destacar más el conocimiento de los procesos, del método, siendo siempre un modelo de transmisión cultural unidireccional, con elementos de alfabetización científica, pero más enfocado en al aprendizaje a “pensar” y “razonar” como un científico. Con respecto al enfoque anterior la ciencia se ve desmitificada, ya que estarían presentes de alguna manera los temas de la legitimación de los expertos, de la dificultad de lidiar con una definición de ciencia consensuada, y de la multiplicidad de ciencias, dependiendo de la comunidad concreta de científicos.
3) Si se define la ciencia como “sistema de acciones intencionales cuyo objetivo principal es la producción de conocimientos pero cuyos resultados también transforman entidades” se amplía la mirada con su relación con la sociedad toda. Con respecto a la definición anterior se va a abrir aún más la brecha de la necesidad de una visión crítica, participativa, y parcialmente bidireccional, ya que es legítimo conocer y transmitir los riesgos y factores relacionados con esa transformación de entidades sociales. Además el desarrollo de la ciencia, y las varias aplicaciones tecnológicas, se empiezan a considerar y a valorar en los distintos contextos históricos y sociales correspondientes. El modelo de cultura científica tendrá en este caso elementos de apropiación de la CyT en la vida diaria, de aprendizaje de contenidos metacientíficos, a saber implicaciones sociales, económicas y políticas de la CyT, y de ciencia participativa, en el cual la ciencia se construye a través de una interacción entre científicos y usuarios implicados en una transformación positiva de su entorno.
4) Destaco finalmente como extensión de los enfoques 2 y 3, un modelo de cultura científica aún más incisivo sobre el papel activo de la sociedad, que se basa en el concepto de ciencia posnormal, propuesto por Funtowicz & Ravetz. La ciencia posnormal enfatiza los conceptos de incertidumbre, complejidad y calidad de la ciencia. La ciencia posnormal no debe garantizar la obtención de la verdad sino la calidad del proceso científico en sí.
Para eso es necesaria una integración del trabajo entre disciplinas, instituciones y comunidades afectadas, promoviendo la producción conjunta de conocimiento, políticas y estrategias de intervención para la construcción de una nueva práctica científica e institucional dirigida a la sustentabilidad [1]. La participación de la sociedad en general se debe al papel de la ética en muchos de los nuevos temas científicos, y porque la garantía de calidad o la evaluación crítica necesitan una participación de la comunidad extendida de evaluadores. La cultura científica aquí es todo un abanico de herramientas para estimular en la sociedad los espacios y ejercicios de participación y diálogo en torno a la CyT. En este sentido se puede asociar la cultura científica con el término de apropiación social de la ciencia.
[1] Según el diccionario de la lengua española, la sustentabilidad es “aquello que se puede sustentar o defender con razones”. Asimismo, según la definición de World Commision on Environment and Development, esta misma es “la capacidad que haya desarrollado el sistema humano para satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer los recursos y oportunidades para el crecimiento y desarrollo de las generaciones futuras”.