Entrevista a Miguel Ángel Cabrerizo Vílchez: un divulgador pragmático
16 de marzo 2022, laboratorios de física aplicada, Universidad de Granada
Miguel Ángel Cabrerizo es catedrático de universidad de Granada del Departamento de Física Aplicada. Su trabajo está dedicado al diseño de dispositivos para el estudio de las interfaces, de nanopartículas y coloides.
Pero también es un reconocido divulgador de ciencias: en el 2003 gana el premio al mérito de la educación Junta de Andalucía “por sus excelentes trabajos en el campo de la física recreativa”.
“En el año 2000 me inventé esta asignatura, “Física Recreativa”, que impartía a los profesores de secundaria en la facultad de Ciencias de la Educación.”- explica Miguel Ángel – “En esos mismos años apareció la iniciativa de la UE “Physics on Stage” para fomentar vocaciones científicas. La Real Sociedad Española de Física creo el concurso «Ciencia en Acción» para seleccionar el equipo español. Yo entré en la selección española, y fuimos al CERN de Ginebra, y al año siguiente fuimos a Holanda, a la agencia espacial europea ESA-ESTEC: esa fue la primera edición que gané, por votación directa de los participantes. Con el premio, diez mil euros, me compré un barco (se ríe con orgullo, NdR). Ya llevo 22 ediciones, y he ganado en tres.”
“¿Nos puedes contar como empezó tu interés para la ciencia, para la física en particular, y para la divulgación? ¿Entraron a la vez en tu vida, hacer ciencia y comunicar ciencia, o fue en etapas distintas?”
“Mi padre, Miguel Cabrerizo, trabajaba como mecánico en este departamento con el profesor de electrónica Placido Reyes. En los tiempos de mi bachillerato les echaba una mano, me pasaba las tardes aquí. Más quisiera yo saber lo que sabían ellos, pero al final aprendí los rudimentos para hacer instrumentos.
Uno ve en los libros de física unas imágenes de experimentos preciosas, y piensa: “¿Porque no hacerlo? ¿Y si los montaran los estudiantes? ¡sería genial!” Por eso empecé a enseñar durante mis clases a montar experimentos con los materiales más comunes. Yo ni siquiera la llamaría divulgación.
Llevo experimentos fáciles y sencillos, y procuro que la gente lo entienda y los explique, todo sin apuntes. Es una cosa terrible que la gente tenga apuntes y programas. Ya están los laboratorios llenos de libros y de apuntes. No, yo quiero que la gente fabrique y explique las cosas, es fácil: los estudiantes son más listos de lo que hace falta.”
“Esa es muy buena, tomo nota…”
(se corrige, NdR) “no no, más listos de lo que parece. Yo simplemente presento el experimento, y que los alumnos lo estudien. Lo que no debe de hacer uno, ni un divulgador ni nadie es privar a la gente de pensar. Hay que fomentar que piensen, y acabarán encontrando la explicación. Este es mi método, y lo aplico a todos tipos de público.”
“¿Cuánto la actividad divulgadora aporta a tu labor docente e investigador?, y, por otra parte, ¿Cómo influye la actividad docente e investigadora sobre su manera de divulgar y comunicar ciencia?”
Siempre me dediqué a la física instrumental, y a partir de ahí coleccioné unos experimentos que podía organizar y presentar en actividades de divulgación. En los cursos del master en ciencia y tecnología de coloides e interfaces, ilustro alguna clase con experimentos que luego uso para la divulgación, y del revés.
Mi tesis de doctorado fue sobre la celestina, parece una novela de Fernando de Rojas, pero es el nombre del sulfato de estroncio. Tenía que investigar sobre una sustancia gaseosa que en condiciones óptimas se adhiera a las partículas de celestina, procedentes de la ganga de la mina, para que floten, y se puedan separar del resto del material. Se llaman colectores de flotación, la aplicación en industria minera es evidente. De ahí se me ocurrió el experimento del trozo de chocolate que sube y baja en un vaso de gaseosa: la densidad del chocolate en un poco mayor de la de la gaseosa, así que se hunde, pero siendo compuesto de grasa es hidrofóbico, y las burbujas de CO2 se adhieren a el, haciendo que flote. Una vez alcanzada la superficie, las burbujas explotan el chocolate se hunde y empieza otro ciclo.
“Luego montaste un laboratorio en la universidad con los experimentos más bellos de la física…”
“Este forma parte de un tipo de divulgación más académica. Lo estudiantes de bachillerato iban a la facultad durante jornadas puertas abiertas o los campus científicos de verano BIOTIC. Se me ocurrió entonces montar en el 2008 en la facultad de ciencias un laboratorio-exposición en el que se recrean los diez experimentos más bellos de la Física según la lista elaborada por Robert P. Crease en 2002.
La divulgación tiene para mi, estas dos vertientes: enseñar a la sociedad lo que hacemos los científicos, y por otra parte captar y fomentar vocaciones. Ahora mismo la nota de entrada de física es mayor que medicina, pero hace poco se entraba con un cinco. No me quiero poner medallas, y no te voy a decir que fue por “culpa” mía (“o merito…” añado yo), pero estuvimos trabajando mucho para eso.”
“¿Tienes un experimento al que le tiene especial apego, por su historia personal, i.e. por cómo se te ocurrió, por el proceso de construcción, por su origen científico?”
“Con 12 años estaba trabajando con Placido y con mi padre, estaban construyendo el interferómetro de Michelson y Morley con un laser y un sistema de espejos”
“Eso es para medir la velocidad de la luz, ¿cierto?” – “Si pero en aquel entonces servía para medir la velocidad de un pepino” – “¿eh?” (Se ríe, NdR)
“Un pepino, si. ¿Cómo crece un pepino? Muy lentamente, entonces si lo pongo detrás de un espejo, conforme crece el láser irá produciendo un patrón de interferencia. Bueno en realidad no era un pepino, era un carril, que se movía dando saltos, así que no eran capaces de enfocar. Vine yo y propuse remplazar el carril por una jeringuilla con vaselina para que el desplazamiento por rozamiento fuera más continuo y suave. Y funcionó.
Instrumentos con este montaje sirven para medir la velocidad de un crecimiento muy lento con una precisión increíble. En geodinámica hay investigadores que los usan para medir el desplazamiento de una lengua de tierra.
Al final lo añadí en el laboratorio a los 10 experimentos más bellos del mundo”
“¿Cuáles son tus proyectos divulgativos en el próximo futuro? ¿Qué nos estás preparando?”
Estoy dirigiendo una red mundial de péndulos de Foucault: mira si tu dibujas un gráfico con la latitud, y la velocidad de rotación “omega” del plano, te saldrá hará una senoide…
En el norte hay muchos, pero en el sur tenemos uno en Santiago de Chile, otro Valdivia, y pocos más. Quiero coordinar la construcción y montar más péndulos en esas latitudes y cerca del ecuador. La idea sería que los estudiantes que vengan a ver un péndulo, pongamos en Granada (Miguel Ángel ha montado uno en la Facultad de Física y otro en el Parque de las Ciencias), y que luego a través de una página web dedicada, que estudien el movimiento de los demás péndulos a varias latitudes.»
Al salir del laboratorio recuerdo su curso de física recreativa que atendí hace unos años. En todas las clases Miguel Ángel enseñaba sus experimentos y luego nos incitaba, instigaba, empujaba a ingeniar, construir, a montar nuevos aparatos. Yo llevé un par de experimentos con un taladro, con el cual casi mataba a un chaval del público durante la actividad conclusiva.
Lo cierto es que aprendí mucho de aquella experiencia: la importancia de construir, elegir los materiales, buscar soluciones, ensuciarse las manos, pura física en acción.