María y Sam, historias de microbiología, capitulo III
Samuel: “Yo lo que no entendí de la serie es el tema que sacaron al final del capitulo de la serie, ¿cómo es posible que la fauna, los animales puedan transmitir Bacino en trece a los hombres? Aquí los humanos y los animales, cada uno con sus enfermedades…”
María: ”De tanto estudiar historia eres un tanto antropocéntrico: te recuerdo que somos animales al igual que los demás, en concreto una especie de chimpancé (y ni siquiera la más lista en mi opinión), y muchos microbios como el Bacillus antrhacis, ese es su verdadero nombre, han aprendido a sobrevivir aprovechándose de distintas especies, no son tan quisquillosos. Se llama zoonosis (del griego ζῷον, animal y νόσος, enfermedad) una patología que se transmite por medio de un microorganismo de los animales, principalmente nuestros primos cercanos, los vertebrados, al ser humano. En un viejo manual de medidas de seguridad en los laboratorios de los años 80 que tenemos en el departamento, hay una lista de unas 150 zoonosis, con sus agentes patógenos (como siempre virus, bacterias y hongos) y tipos de animales transmisores: aves, peces, cabras, caballos, ovejas, cerdos, etc. etc.”
S.: “Pues hay que evitar los ambientes salvajes… nosotros en el centro de Barcelona, no nos va a faltar de nada y estamos superseguros, no habrá bicho que salte de una bestia parda…”
M.: “¡Ojalá, ingenuo! Aquí empieza la peli de terror: una de mis zoonosis favoritas, porqué yo soy una friki de eso, es la de los parásitos sinantropicos…”
S.: “La metempsicosis! El salto del alma de un parasito al hombre…”
M.: “¡Que no, payaso! La sinantropía es la capacidad de algunas especies de flora y fauna que habitan en ecosistemas urbanos o antropizados, adaptándose a las condiciones ambientales creadas o modificadas como resultado de la actividad humana. Barcelona te parece bastante antropizada, a que si? Las ratas son los reyes sinantropicos del inframundo subterraneo de Barna: se estima que haya más de 200.000 de cloaca. En un estudio bacteriológico de la Agencia de Salud Pública de Barcelona se han detectado en el 71% de las ratas capturadas cepas de la bacteria Escherichia coli, y en un 59% de aquellas la bacteria Listeria monocytogenes.
La señora bacteria Listeria es una auténtica superviviente: se encuentra en suelo, agua fresca, aguas residuales y vegetación y puede llegar a infectar ratas y animales domésticos contaminando la vegetación y el suelo donde habitan. Las eches de las ratas pueden entrar en contacto con alimentos et voila: las colonias pueden generar en sus superficies un biofilm resistente al frio hasta 4 ℃. Hay que tener cuidado con los alimentos frescos donde se puede transmitir el bicho: la leche cruda, carne cruda o mal cocida, verduras crudas, embutidos, patés, quesos frescos.
Ninguna broma con la Listeriosis: provoca al principio fiebre y dolores musculares, diarrea, y secundariamente puede provocar meningitis y trastornos respiratorios, además de septicemia para niños o ancianos inmunodeprimidos, y finalmente en mujeres embarazadas aborto o bien niños con septicemia.”
S.: “Malditas sean las ratas y todos los animales, bha!”
M.: “Te recuerdo otra vez que nosotros también somos animales, y que la zoonosis no tiene una dirección privilegiada de propagación, es decir puede saltar un microbio de bestia parda a hombre… y viceversa. Y nuestra especie tampoco se puede considerar como la menos invasiva de los hábitats ajenos. ¿Recuerdas el documental que vimos sobre los prodigios de la naturaleza en Gambia y Senegal? Bueno luego investigué un poco temas de microbiología de estas zonas…
Una de las principales atracciones de un parque forestal, en la costa de Gambia, son los monos verdes: está estrictamente prohibido darles de comer, pero los turistas compran bolsas de cacahuetes, les invitan a comer, los monos se acercan, ponen el hocico en la mano del guiri respiran y… ¡ZAC!
¡Staphylococcus aureus! Cepas de origen humana, peligrosas para los monos verdes. Un grupo de microbiólogos y ecólogos han estudiado la presencia de esta bacteria en los monos verdes, analizando muestras de S. aureus de las narices de los monos y de humanos y secuenciando su ADN para rastrear el origen y evolución genética de las bacterias. Los resultados son bastante claros: los monos han recibido cepas de S. aureus de humanos en varias ocasiones en los últimos 2700 años, las últimas dos variedades de la bacteria saltaron de la piel humana a las narices de los monos hace solo 30 años. A cambio, los humanos en contacto con estos monos no alojan bacterias de origen animal.
Y a los pobres monos verdes les toca lidiar con nuestras enfermedades: las variedades de S. aureus adaptadas al ser humano les pueden provocar neumonía, bacteriemia (bacterias en la sangre) o meningitis.”
S.: “Eso me parece muy injusto María, llamaré al colectivo: la próxima semana montaremos una mani en Graçia en defensa de los monos verdes!”
M.: “Di que sí Sam, parece que sea donde sea nuestra huella antrópica arma desastres…”