Cultura científica, alfabetización científica y actitud hacía la ciencia

Sobre sus nexos causales, necesidad y suficiencia

Argumento en esta breve entrada dos equiparaciones, parcialmente entrelazadas, sobre la relación causal entre el fomento de una cultura científica y la predisposición hacía la ciencia de la sociedad.

  • Incremento de la cultura científica entendida como alfabetización = incremento de la actitud positiva hacia la ciencia

No creo que un simple incremento tout court de la alfabetización científica, considerada como la adquisición de saberes nocionistas y mnemónicos sobre los principales descubrimientos y hallazgos de la ciencia occidental, pueda necesariamente incrementar una actitud positiva hacía la ciencia.

Ni es necesario, ya que individuos y sociedades pueden incrementar su actitud positiva hacia la ciencia observando los resultados producidos por esta en términos tecnológicos, con un consecuente incremento del bienestar en el estilo de vida. Para esta valoración, no es necesaria ninguna alfabetización científica, es más, la falta de esta, y más en general de cultura científica, puede fomentar una deificación de la ciencia, colocándola en el lugar de una religión. A veces la fe, exente de dudas, cuestionamientos o críticas, o bien de una simple perspectiva de desarrollo histórico, genera más confianza, y los tecno-optimistas, que ven en el progreso tecnológico la panacea de la sociedad, son la prueba testimonial. No olvidemos aquí que en este caso la actitud positiva hacía la ciencia, no significa un bueno uso del sistema científico, sino un creer y confiar.

Implementar una alfabetización científica no sería ni siquiera suficiente, pues a través de esta el público adquiere unos conocimientos mínimos sobre hechos científicos, pero sin profundizar los elementos de construcción del propio sistema científico. La sociedad podrá entonces tener una actitud positiva sobre una ciencia hecha de narraciones, de “cuentos”, sobre hitos universales, bien establecidos y precisamente por esto actualmente poco percibidos como contingentes y presentes en la realidad (e.g. teoría de la evolución, movimientos de los astros[1]).

A la hora de apreciar y confiar en el sistema científico como la herramienta que tenemos para solventar (parcialmente, y no de forma definitiva) algunos problemas, es necesario tener un buen conocimiento sobre método científico, el contraste de datos e informaciones, el sistema de publicación de resultados y de creación de patentes, la industrialización y comercialización final de productos y aplicaciones procedentes de una actividad investigadora. Las grandes y caóticas reacciones de la sociedad frente a la crisis pandémica de la COVID, al seguimiento de las normas de restricciones sociales y cuidados sanitarios, a las posturas sobre vacunación, son un ejemplo claro de cómo una sociedad con cierta alfabetización científica (o por lo menos tecnológica) y en un principio tecno-optimista, puede rápidamente alejarse de la ciencia, en el momento en al cual más la necesita. Cuando la ciencia trata de resolver un problema urgente y contingente, hay que dar un paso más allá de una mera alfabetización científica de “cuentos” e insistir sobre la generación de una autentica cultura científica, en el sentido quizás del modelo contextual [1], como veremos brevemente en el siguiente punto.      

  • Actitud negativa hacia la ciencia = falta de cultura científica entendida como ignorancia.

Antes de explorar este nexo entre actitud negativa hacía la ciencia y falta de cultura científica, se debería entender a cuál de los tres modelos de cultura científica propuestos por Javier Gómez Ferri [1], i.e. modelo canónico, modelo descriptivo o modelo contextual, nos referimos.

La actitud hacía la ciencia es negativa si hay una falta de cultura científica en el sentido sociológico del modelo contextual. La ignorancia sobre la presencia de actividades científicas en la sociedad que embeben muchos aspectos (sino todos) del vivir social, sobre sus mecanismos y sus dinámicas, puede generar conflictos entre las personas y el mundo de la ciencia, de los científicos y de sus hallazgos, considerados en antítesis a una realidad sana, natural, procedente de sabiduría antigua.

Aquí podemos reencontrar la oposición “culto versus natural” del modelo descriptivo de cultura científica, pero en una acepción negativa. De lo contrario se puede llegar a aceptar la ciencia con una actitud positiva enmarcándola como un proceso humano y social que ha ocurrido en todas las culturas y en todos los tiempos, desarrollándose dinámicamente en cada momento y lugar con los medios a disposición.

No necesariamente una falta de cultura científica definida según el modelo canónico, relacionado con un transmitir y poseer información y conocido como el de “ciencia de manual”, produce una actitud negativa hacía la ciencia. Como evidencia Gutiérrez Rojas et al. [2]:

“[…] el uso de la ciencia y del conoci­miento científico por parte de la sociedad (del público), […] en términos de utilización social del conocimiento científico, supone una interrelación entre este y otros modos de conocimiento (basados en la experiencia, enmarcados en creencias de distinto tipo, referidos a la instancia local) socialmente distribuido. De esta manera, un recuento de recordación por parte de los individuos de determinadas “verdades” científicas no garantizan en ninguna medida el   uso cotidiano y “ciu­dadano” de la ciencia.”,

y esto nos recuerda nuevamente que, para una buena actitud hacía la ciencia, en el sentido de una eficaz predisposición hacía su uso, hay que abarcar el conocimiento del sistema científico desde una perspectiva sociológica y contextual.   

[1] Javier Gómez Ferri, “Cultura: sus significados y diferentes modelos de cultura científica y técnica. Revista Ibero Americana de Educación, número 58, Enero-Abril 2012

https://rieoei.org/historico/documentos/rie58a01.htm#_edn1

[2] Iván R. Gutiérrez Rojas, Hipólito Peralta Benítez, Homero C. Fuentes González, “Cultura científica y cultura científico investigativa”. Humanidades Médicas 2018;18(1):8-19


[1] Excluyo de este análisis los nuevos movimientos anticientíficos, i.e. creacionistas y tierraplanistas, que niegan hasta estas evidencias, en cuanto representan una porción pequeña (espero), aunque muy rumorosa, de la sociedad.

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