En una cafetería del barrio de la latina de Madrid, un domingo por la mañana, cuatro amigos después de trasnochar quieren poner fin a toda costa a la acalorada discusión que les entretuve durante una buena mitad de la noche. Les acompañan cuatro cañas, las penúltimas, y una tapilla de gambas.
Stephen: … vamos a ver, ¿lo pilláis o qué? Cuanto más distante una galaxia, más velozmente se aleja de nosotros. Una galaxia que se encontrara a diez mil millones de años–luz de nosotros, tendría una velocidad de fuga igual a la de la luz, trescientos mil kilómetros por segundo, entonces…
Italo: Que si hombre, y te prometo que lo tuve en cuenta. Entonces, os contaba: mientras observaba el cielo con mi telescopio, desde una galaxia a cien millones de años-luz de distancia sobresalía un cartel. Decía: ¡HE VISTO LO QUE HICISTE! Hice rápidamente el cálculo: la luz de la galaxia había empleado cien millones de años para alcanzarme, y como desde allá arriba veían lo que sucedía aquí con cien millones de años de retraso, el momento en que me habían visto debía remontarse a…
Stephen y Jared (cansados y mofándose de el): …doscientos millones de años…
Italo: Eso mismo. Me asaltó un presentimiento terrible: justo doscientos millones de años antes, ni un día más ni un día menos, me había sucedido algo que siempre había tratado de ocultar. Desde un lejano cuerpo celeste alguien me había visto y la historia iba a salir a la luz JUSTO AHORA.
Joaquín: No va a ser peor de las más inocente de mis historias…
Italo: Evidentemente no, ya sabéis que soy una persona tranquila, a mí me dais una hoja, un boli y una mesa, y yo tan contento. Yo podía explicar todo lo que había sucedido, y cómo había podido suceder, y hacer comprensible, si no del todo justificable, mi manera de obrar. Pensé en responder en seguida también yo con un cartel, empleando una fórmula defensiva como DEJENME QUE LES EXPLIQUE, o HUBIERA QUERIDO VERLOS EN MI LUGAR, y después esperar el tiempo necesario para que desde allá vieran mi letrero, y el tiempo igualmente largo para que yo viese la respuesta de ellos, el conjunto habría llevado otros doscientos millones de años, incluso algunos millones de años más, porque mientras las imágenes iban y venían…
Stephen: …iban y venían la velocidad de la luz, las galaxias seguían alejándose entre sí y ahora aquella donde lucía el cartel ya no estaba donde tú la veías, sino un poco más allá, y la imagen de tu cartel debía de correrle detrás. Ya ya, así que te comunicaste con los extraterrestres a golpe de pancartas, como las que pintaste en la mani en frente del congreso para pedir más subvenciones para la cultura, igual los enanos verdes con antenas te hacen más caso que los diputados, verás.
Jared: Seamos científicos señores, intentemos calcular las probabilidades de que exista vida inteligente en el espacio mediante la ecuación de Drake[1], en la que multiplicamos una cadena de estimaciones de probabilidades. Hay miles de millones de galaxias, cada una de ellas con miles de millones de estrellas, los astrónomos estiman que muchas estrellas probablemente poseen uno o más planetas, y que en muchos de esos planetas puede haber un entorno adecuado para que se desarrolle la vida.
Stephen: No te pongas torpemente a hacer números, este asunto déjamelo a mí. Para ser más cuantitativos, se estima que una de cada cinco estrellas tiene un planeta de tamaño parecido al de la Tierra girando a una distancia de la estrella compatible con la vida, tal como la conocemos. De hecho hoy en día están descubriendo exoplanétas uno tras de otro mediante una técnica muy interesante…[2]
Jared: Que pesado eres con los números… A su vez, los biólogos concluyen que, dadas unas condiciones adecuadas para el desarrollo de la vida, es probable que la vida llegue a desarrollarse en algún momento. Multiplicando esas probabilidades, se saca la conclusión de que es muy probable que existan millones de planetas habitados por seres vivos.
Stephen: Correcto, Jared, por eso precisamente encontraremos antes o temprano alienígenas. Hay evidencia fósil de que había vida en la Tierra hace unos tres mil quinientos millones de años, tan solo unos quinientos millones de años después de que la Tierra se volviera estable y se enfriara lo suficiente para que la vida pudiera desarrollarse. Pero en vez de eso la vida podría haber tardado siete mil millones de años en desarrollarse, y aún le habría quedado mucho tiempo para evolucionar a seres como nosotros, que pudieran preguntarse por el origen de la vida. Si la probabilidad de que la vida se desarrolle en un planeta dado fuera muy pequeña, ¿por qué sucedió en la Tierra en una decimocuarta parte del tiempo disponible?
Jared: Si te metes donde no te llaman, en mis asuntos de registros fósiles, yo seguiré metiéndome en los tuyos, números, probabilidades y demás. A ver, el siguiente paso es estimar el porcentaje de planetas habitados donde hay seres inteligentes con civilizaciones técnicamente avanzadas, a las que definiremos como civilizaciones con capacidad para la comunicación interestelar por radio.
Joaquín: Así de paso podrían sintonizarse en los 40 principales y escucharme…
Jared: Hay factores indican que ese porcentaje puede ser grande, por ejemplo que la vida en la Tierra se caracteriza por lo que nosotros los de biología denominan la evolución convergente. Esto significa que la evolución ha llevado a numerosas especies a converger en la explotación del mismo nicho o en la adquisición de la misma adaptación.
Las aves, los murciélagos, los pterodáctilos y los insectos han desarrollado la capacidad para volar por caminos evolutivos independientes. Otro caso flipante es el desarrollo de los ojos, realizado independientemente por muchas especies animales.
Hasta los bioquímicos han reconocido casos de evolución convergente en el nivel molecular, como el desarrollo independiente de tipos similares de enzimas cuya función es descomponer las proteínas. Cuando los biólogos observan que dos especies son semejantes en algún aspecto, empiezan por preguntarse si esa similitud será el resultado de un pasado común o de la convergencia evolutiva. ¿Es normal, no? Millones de especies se han desarrollado bajo la influencia de las mismas fuerzas durante millones de años; en consecuencia, es lógico que hayan llegado a las mismas soluciones adaptativas en numerosas ocasiones.
Pero, ojo a este punto que es importante, si las estimaciones de la ecuación de Drake son correctas, en nuestra propia galaxia debe de haber alrededor de un millón de planetas con civilizaciones avanzadas. No obstante, considerando que solo algunas decenas de años luz separan la Tierra de varios centenares de estrellas, algunas de las cuales tendrán planetas como el nuestro en los cuales se ha desarrollado la vida, ¿dónde están los seres inteligentes que deberían visitarnos o, al menos, enviarnos señales de radio?
Joaquín (sobreactuando): ¿Porque las formas de vida en el espacio aún no nos han enviado una señal de radio, ni un mísero whatsup de una línea, ni un like? Yo me preguntaría más bien: ¿Porque no lo hemos hecho nosotros antes?
“¡Llama!”-“¡No, llama tu!”-“¡Llámame que no tengo saldo!”
Habrá sido por eso…
Jared: Parece inevitable pensar que los astrónomos han errado en sus cálculos.
Stephen: Oye tú, estudiante de los animalitos, trata a los científicos de verdad con respeto ¿eh? Con solo medio aprenderse de memoria una formulita que multiplica probabilidades, anda que ande a opinar….
Joaquín: Buum…Entre vosotros es siempre cuestión de física y química, o mejor dicho de física vs química.
Jared: Yo digo que la convergencia no es un proceso universal y que las buenas oportunidades que ofrece la naturaleza no siempre se aprovechan.
Hay muchos ejemplos: la manera más fácil de sobrevivir que los animales tienen a su alcance es alimentarse de plantas, las cuales están en buena parte compuestas por celulosa. No obstante, ningún animal superior ha desarrollado una enzima con la que digerir la celulosa. Por citar otro ejemplo, pese a que el cultivo de plantas parece ofrecer obvias ventajas a los animales, antes de que los humanos crearan la agricultura hace diez mil años, los únicos animales que explotaban esta posibilidad eran las hormigas agricultoras y algunos otros insectos que cultivan hongos o domestican «ganado» de pulgones.
Así pues, no hay por qué esperar que otros seres hayan desarrollado la capacidad de fabricar radios, objetos que, al fin y al cabo, no desempeñan ninguna función indispensable.
Vamos, que en el registro fósil de los últimos quinientos millones de años decenas de animales hoy extinguidos habrían experimentado con las técnicas metalúrgicas y con circuitos electrónicos de creciente complejidad hasta llegar a desarrollar los tostadores eléctricos en el Triásico, las trampas para ratones accionadas por pilas en el Oligoceno y, por último, los aparatos de radio en el Holoceno.
Italo: A ver pero que radio ni radio, yo me comunico con los monstruos verdecito con pancartas, eso funciona sabéis…
Stephen: Sigues liándola con tus registros fósiles de animalitos, pero aquí estamos hablando del hombre que desarrolla la tecnología. Somos una especie que ha evolucionado más y mejor por haber inventado el lenguaje y la comunicación. Gracias a estos, en los últimos diez mil años, más o menos, hemos estado en la que llamo una fase de transmisión externa. En esta etapa, el registro interno de información transmitido a las generaciones posteriores en el ADN ha cambiado muy poco. Pero el registro externo — en libros y otras formas de almacenamiento de larga duración—, ha crecido enormemente.
Jared: Venga, hablamos de los humanos: ni los australopitecos, ni el Homo sapiens primitivo desarrollaron las radios, y hace tan solo ciento cincuenta años el Homo sapiens actual no había llegado a concebir las ideas que harían posible la fabricación de radios. Los primeros experimentos prácticos se iniciaron hacia 1888; ha transcurrido poco menos de un siglo y medio desde el día en que Marconi fabricó el primer transmisor capaz de emitir a una distancia de kilómetro y medio, y apenas hemos empezado a emitir señales de radio dirigidas a otros planetas.
Stephen: ¡Y vamos por buen camino! En 2015 se lanzó el proyecto Breakthrough-listen[3], que utiliza observaciones de ondas de radio para buscar vida inteligente extraterrestre y tiene instalaciones actualizadas, financiación generosa y miles de horas de observación reservadas en radiotelescopios. Es el mayor programa de investigación dedicado hasta ahora a buscar evidencias de civilizaciones más allá de la Tierra, ¡Magnifico! ¡Es más! Para crear mensajes que puedan ser leídos por civilizaciones avanzadas, ya se ha creado el concurso internacional Breakthrough Message[4].
Jared: ¡Cuidadin con eso!Nunca ha dejado de extrañarme que los astrónomos, entusiasmados con sus caros proyectos orientados a detectar vida extraterrestre, no se hayan detenido a considerar seriamente una cuestión que llama a la reflexión: ¿qué ocurriría si encontráramos a otros seres o si ellos nos encontraran a nosotros?
Stephen: ¡Que no te metas con los astrónomos! serás, cabr…
Jared: Los humanos ya hemos descubierto a dos especies con una inteligencia muy desarrollada, aunque con una tecnología menos avanzada que la nuestra: los chimpancés comunes y pigmeos. ¿Cuál fue nuestra reacción ante tal descubrimiento? Nos dedicamos a matarlos, diseccionarlos, encerrarlos en jaulas, y más barbaridades. Cualquier civilización extraterrestre que descubriera la existencia de los humanos seguramente nos trataría del mismo modo.
Italo: Esto es lo que hay por haber estado todos, chimpancés, pigmeos, extraterrestres, hombres, mujeres, funcionarios de la junta, absolutamente todos, durante una eternidad apretados en un minúsculo punto… al final acabas sin aguantar a los demás, y para ganar espacio vital harías cualquier cosa…
Stephen: ¿A qué te refieres Italo?
Italo: Cuando estábamos todos ahí metidos en la singularidad, antes del Big Bang, sin espacio y sin tiempo alguno[5].
Stephen: ¡Tu sí que te has metido unas cuantas copas demás!
Jared: ¡Concentración chavales! Aún queda por examinar la última variable de la fórmula de Drake que se emplea para estimar el número de civilizaciones con capacidad de emitir señales de radio interestelares. Nos referimos al tiempo de existencia de una civilización. La inteligencia y la habilidad necesarias para fabricar radios tienen otras muchas aplicaciones: las máquinas para el exterminio masivo de nuestros congéneres y los medios necesarios para destruir el entorno. Así pues, la historia de la Tierra no solo revela la improbabilidad de que existan otras civilizaciones con una tecnología adecuada para la comunicación interestelar, sino también que las civilizaciones, de ese tipo tienden a tener una historia breve. Es probable que las civilizaciones técnicamente avanzadas surgidas en otros planetas invirtieran su historia de progreso de la noche a la mañana, tal como ahora puede ocurrirle a la humanidad.
Stephen: Ahí comparto tus ideas. Un peligro para nuestra supervivencia y para las generaciones futuras es que, a pesar de destacar como especie en inteligencia y habilidades, todavía tenemos los instintos, y en particular los impulsos agresivos, que tuvimos en los días del hombre de las cavernas. La agresión, podría destruir a toda la especie humana y gran parte del resto de la vida en la Tierra. Una guerra nuclear sigue siendo el peligro más inmediato, pero hay otros, como liberar un virus genéticamente modificado (NdR ay…), o que el efecto invernadero se acelere (NdR ay ay…).
Jared: Las especies de la Tierra mejor adaptadas son, en realidad, los estúpidos y torpes escarabajos y las ratas, que encontraron vías más adecuadas para implantar su dominación.
Stephen: Es cierto, y tampoco está claro que la inteligencia tenga un valor de supervivencia a largo plazo. Las bacterias y otros organismos unicelulares podrían continuar viviendo aunque todas las otras formas de vida fueran eliminadas por nuestras actuaciones.
Seguimos considerando la vida inteligente como una consecuencia inevitable de la evolución, pero pero… EUREKA ¿y si no lo es? El Principio Antrópico[6] debería hacernos desconfiar de tales argumentos. Es más probable que la evolución sea un proceso aleatorio, con la inteligencia como una posibilidad entre muchos otros resultados posibles. Maldito Principio Antrópico, eterna trampa recursiva del razonamiento lógico humano….
Joaquín: ¿Principio Antrópico? ¿Eso que es?
Italo: Un principio basado en el egocentrismo de la humanidad, porqué somos egocéntricos como especie, ¡pero tu más!
Joaquín: ¿Yo? Que va. Pero me gusta explicar las cosas de forma sencilla: en realidad está pasando con los extraterrestres como me pasó a mi aquella vez que quedé con una tía…
Stephen (pensativo): Otra razón por la cual la vida podría no alcanzar una etapa inteligente sería que un asteroide o un cometa chocaran con el planeta. Es posible que otros planetas de la galaxia en los que se desarrolló la vida no hayan tenido un tiempo sin colisiones suficientemente largo para desarrollar seres inteligentes.
Italo: Eso es, con una buena lluvia de cometas desaparecerían del mapa todos estos cotillas galácticos, mirones, que han visto mis pequeñas faltas, y me van chantajeando con sus carteles.
Stephen (desesperado): ¿Por qué la galaxia no está repleta de formas de vida? ¿Por qué la Tierra no ha sido visitada e incluso colonizada? ¿Por qué no nos han visitado?
Joaquín: ¡Si te lo estaba explicando! Es como me pasó a mi aquella vez que quedé con una tía…
Jared: Sea como sea, en el espacio exterior reina un silencio ensordecedor.
Joaquín (empieza a tararear):
Aquella noche no llovió…
Jared: Sin duda habrá alguna civilización con transmisores de radio, pero no deben de ser muchas, ni tampoco tendrán una vida muy larga.
Joaquín:
Ni apareciste disculpándote
Diciendo, mientras te sentabas
«Perdóname si llego tarde”
Jared: Es improbable que haya civilizaciones como la nuestra en toda la galaxia, y ciertamente no hay ninguna a una distancia de centenares de años luz.
Joaquín:
No me abrumaste con preguntas
Ni yo traté de impresionarte
Contando tontas aventuras
Falsas historias de viaje
Jared: En la práctica, somos una especie única y solitaria en un universo superpoblado.
Joaquín:
Así que no andes lamentando
Lo que pudo pasar y no pasó
Aquella noche que fallaste
Tampoco fui a la cita yo
Italo (después del último trago, ya hecho un trapo y tristón): Miles de civilizaciones inteligentes, como pequeñas burbujas en el espumante del universo: aparecen, desaparecen ya, y nunca se encontrarán en el mismo lugar al mismo tiempo.
Final triste, lloriqueo de borrachuzos abrazándose…
Protagonistas
Stephen H. : Ingles curioso y aficionado a la especulación intelectual, en particular manera sobre astrofísica y cosmología.
Joaquín S. : Especie de animal nocturno español, cuyo hábitat es el bar. Entre sus quinientas noches, pasa unos pocos días (unos diecinueve) despierto, en los cuales escribe y canta.
Italo C. : Concreto e imaginativo italiano, escribe sus visiones sobre papel, con ligereza.
Jared D. : Incansable viajero estadounidense, exploró mucho la Nueva Guinea, estudió bioquímica y fisiología, para posteriormente hacerse muchas preguntas en ecología, antropología y evolución.
Bibliografía y webgrafía
-) Entrevista a Stephen Hawking: https://elpais.com/elpais/2018/10/23/ciencia/1540309489_790251.html
-) Jared Diamond “El tercer chimpancé: Origen y futuro del animal humano” (1991), capitulo 12
-) Italo Calvino “Las Cosmicómicas” (1965)
-) Joaquín Sabina, tratado de impaciencia numero 10
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Ecuaci%C3%B3n_de_Drake
https://www.iaa.csic.es/noticias/el-instrumento-carmenes-demuestra-su-capacidad-para-hallar-planetas-similares-tierra
[3] https://en.wikipedia.org/wiki/Breakthrough_Listen
[4]https://en.wikipedia.org/wiki/Breakthrough_Initiatives#Breakthrough_Message
[5]En el próximo capitulo: Discriminación geográfica cósmica: «los terrestres somo sureños de otras civilizaciones?»
[6]https://es.wikipedia.org/wiki/Principio_antr%C3%B3pico#El_principio_antr%C3%B3pico_cosmol%C3%B3gico