Menos solicitó veloz saeta
destinada señal, que mordió aguda;
agonal carro en la arena muda
no coronó con más silencio meta
que presurosa corre, que secreta
a su fin nuestra edad. A quien lo duda
(fiera que sea de razón desnuda)
cada sol repetido es un cometa.
[…]
Luis de Góngora (1623)
Así hubiera comentado Luis de Góngora este espectáculo breve y asombroso desde los cielos de Córdoba, su ciudad natal [1]. Estaba fumando un cigarrillo en el patio de una gasolinera, faltaban 30 km para casa. Desde la llamada del trabajo a las diez de la noche había sido, como de costumbre, todo muy precipitado: preparar el material, el viaje, coordinarse con los compañeros, arreglar la avería antes de que la ciudad se despertara.
Y ahí llego esta línea de luz y fuego, silenciosa, cortando el cielo como si fuera un papel de origami. Habrá que pedir un deseo, si ¿pero cual? ¿A vosotros que se os ocurre cuando veis de repente un cometa? ¿Lo tenéis claro? A mí se me amontona en la cabeza una masa informe de anhelos, personas que perdí, objetos inútiles, todos dándose bronca el uno al otro. Así que lo dejé para más tarde.
Unas sutiles dudas agobiantes salen en mi mente:
“¿Puede impactar este bicharraco? ¿Y que pasa si impacta?”
Igual ha impactado en algún lugar ahí por Guadix, y ahora ya el pueblo de mi prima ya no está.
En realidad los registros de daños a cosas y/o personas causados por meteoritos a partir del siglo XVIII, aunque parciales y discontinuos geográficamente y temporalmente, cuentan con pocas decenas de eventos [2]. Habrá que estar tranquilos.
Si en realidad ni se si esta piedra irá aterrizando: pues ni se si es un meteoroide o bien un meteorito. Un profe suplente de ciencias que tuve lo tenía clarísimo y se empeñaba una y otra vez en que lo aprendiéramos: un meteoroide es una roca procedente del espacio exterior entra en la atmósfera terrestre. Solo en ocasiones sí que llegan a tocar la superficie de la Tierra, y sus restos en la tierra se llaman meteoritos [3].
Voces de pasillo, chismorreos, decían que a él si les había caído una pequeña piedra del espacio en la cabeza, y por eso se había quedado un poco tocado.
“¿Y la luz de la saeta, como llega a encenderse tanto?” pienso mientras doy otra calada a mi cigarro, bien encendido ya que la brisilla le reaviva la llama. Otra vez recuerdo una de las clases de ese suplente: imagínate tu ese pedrusco extraterrestre, atraída por la gravedad de la tierra, obedeciendo a la simple ley de Newton de la gravitación universal, ganando cada vez más velocidad y finalmente entrando en la atmosfera, mejor dicho chocando contra de ella, y comprimiéndola en su trayectoria, y aumentando su presión a tal punto que la temperatura del aire sube de repente, calienta el pedrusco ese hasta encenderlo [4]. Menos mal que inventaron el mechero porqué si no, menuda forma de encender el cigarrillo me tenía que currar.
Al día siguiente escucho la radio, hablan de la bola de fuego, la que vi ayer anoche, su velocidad fue tanta, 83.000 km/h que el impacto con la atmosfera la hizo rebotar de 1 km hacía arriba. Y también de esta nos hemos escapado [5].
La bola de fuego surcó los cielos desde el Norte de África hasta el sur de la isla de Ibiza, y la vieron bereberes nómadas durante el cierra de una grandiosa fiesta de boda, migrantes en patera soñando un futuro mejor, excursionistas de alta montaña en su saco de vivac en lo alto de Sierra Nevada, adolescentes ligando fuera de una mega discoteca de Ibiza. Y yo, volviendo del curro con mi cigarrillo. Todos los que estábamos en una línea de 1000 km pudimos verla, asomados desde este mirador cacho de tierra: cada cual con asombro, o con susto, o con duda. Cada cual pensado un momento para pedir su deseo.
¿Y yo? ¿Qué deseo pedí? La verdad que ninguno, yo solo deseaba ver un buen espectáculo al final de la noche de curro.
[1] Una bola de fuego, estrella fugaz o bólido no es un cometa. Aunque está bastante claro que en el poema, esa referencia al cometa tenga que ver más con que se consideraran astros portadores de malos presagios.
En tiempos de Góngora podríamos entender la confusión, aunque los estudios de Regiomontano sobre la distancia a los cometas los hizo el sabio alemán tras observar el gran cometa de 1472, más de un siglo antes de que naciera el poeta.
Un cometa, en el cielo, se mueven, día a día, con referencia a las estrellas que se ven cerca de él en el cielo. Un bólido sin embargo se desplaza muy rápido por el cielo, y muchas veces acaba explotando y desapareciendo.
[2] https://www2.oberlin.edu/faculty/bsimonso/group9.htm
[3] https://www.lavanguardia.com/natural/20210709/7587307/que-son-realmente-bolas-fuego-esi.html
[4] https://es.wikipedia.org/wiki/Meteorito#Tipos_de_meteoritos
[4] https://www.caha.es/es/meteoros-y-bolidos/14200-impresionante-bolido